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La minería de oro a cielo abierto

La minería a cielo abierto es la actividad industrial más contaminante
La minería a cielo abierto es una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural. Una actividad insostenible, ya que la explotación del recurso supone su agotamiento.

La minería convencional de vetas subterráneas de caracter aurífero, ha sido desplazada por la explotación en minas a cielo abierto donde el oro está disperso en partículas minúsculas, diseminadas en grandes yacimientos. Este tipo de minería remueve la capa superficial del terreno para hacer accesibles los extensos yacimientos de mineral de bajo contenido en oro.

El creciente interés internacional por la explotación del oro a toda costa se origina por el precio que ha alcanzado su unidad de referencia, la onza troy, de aproximadamente 31 gramos, y que actualmente supera en su cotización los 1.300 euros. Su elevado precio ha posibilitado que yacimientos prácticamente extinguidos y con rendimientos sumamente pobres en contenido real de oro (de incluso menos de un gramo por tonelada), puedan ser explotados gracias a la tecnología de extracción de oro a cielo abierto por lixiviación con cianuro, proceso que ha sustituído a la recuperación de oro de amalgama con mercurio, proceso ineficiente en comparación y actualmente prohibido en muchos países por los graves efectos que provoca. El uso del cianuro de sodio en el proceso permite recuperar más de un 97% del oro, frente al 60% que permitía la extracción con mercurio.

El problema asociado al empleo de mercurio no se ha resuelto con el empleo del cianuro, porque esta sustancia es uno de los venenos más potentes que pueden emplearse en contacto con el entorno y puede acarrear daños irreparables tanto a la salud humana como al medio ambiente, pues incluso a dosis bajas puede afectar al aparato respiratorio, y a los sistemas cardiovascular, gastrointestinal, neurológico, ocular y dérmico, dado que en contacto con la piel puede absorberse. La inhalación de concentraciones de 401 a 601 mg/m³ resulta mortal para el ser humano. Los efectos sobre la salud pueden durar meses o años, y van desde el riesgo de padecer cáncer a los problemas reproductivos, hipertiroidismo, o daños permanentes en el sistema nervioso.

En estos momentos, existe un consenso declarado a nivel internacional de que ninguna actividad es tan agresiva a nivel ambiental, social y cultural como la minería a cielo abierto, dado que presenta una interminable lista de impactos, alterando el entorno, modificando la morfologia del terreno y dejando al descubierto grandes cantidades de material estéril, potencialmente peligroso para la salud.

Por otra parte, el aire se contamina con el polvo residual del explosivo y otros elementos tóxicos que proceden de las distintas fases del proceso, con unos radios de dispersión atmosférica de partículas no visibles pero sí respirables que pueden llegar a superar los 30 km.

El agua también puede quedar contaminada, pues lagunas de tratamiento mal diseñadas o con un mantenimiento inadecuado pueden contaminar los cursos de agua superficial. Filtraciones de aguas contaminadas con los reactivos y otras sustancias químicas usadas en el proceso, pueden llegar a las aguas subterráneas, que habitualmente son fuente de abastecimiento de agua potable. Los vertidos accidentales del proceso minero convierten además, los suelos, en terreno contaminado, improductivo y estéril.

En términos generales, podemos resumir los efectos del proceso en:

-Destrucción irreversible en el área de explotación de ambientes nativos y de su biodiversidad.

-Graves alteraciones del paisaje circundante.

-Alteración de las cuencas hídricas superficiales y subterráneas.

-Disminución crítica en los caudales de agua disponible, debido al elevadísimo volumen de agua que consume el proceso minero a cielo abierto, que puede llegar a superar el empleo del millón de litros de agua potable por día.

-Contaminación del aire con gases industriales derivados del proceso y partículas tóxicas de elevada dispersión atmosférica.

-Accidentes durante el transporte y gestión del cianuro y el uso de explosivos.

-Generación de depósitos permanentes de residuos mineros altamente tóxicos.

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